martes, 17 de junio de 2008



Sociedad Interamericana de Prensa:
Desequilibrio mediático


Por Ana Felker e Itzé Zárate

Se desata la batalla mediática entre Norte y Sur que auguró el intelectual español, Ignacio Ramonet. “La prensa corporativa del Norte dice defender de la censura a las sociedades del Sur”, sobre todo refiriéndose a Venezuela, Ecuador y Bolivia; por su parte, los del Sur “alegan que organizaciones como la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) boicotean a sus gobiernos progresistas”.
Ramonet, especialista en Semiología e Historia de la cultura, en su libro La tiranía de la comunicación define como tríada del Norte a las agencias informativas de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón como “el polo dominante en los aspectos tecnológico, económico y de contenido”.
Dado que generalmente en los países latinoamericanos se recibe la visión del Norte, a través de cadenas como CNN, Televisa, Tv Azteca o los diarios como El Universal o Excélsior; vale la pena revisar la perspectiva contraria. Para esto es necesario hacer una reseña histórica de la SIP y otras organizaciones que han aparecido en los procesos latinoamericanos desde los años sesenta.

Antecedentes históricos

En el decenio de 1940 las empresas periodísticas comenzaron a experimentar las consecuencias de las múltiples y contradictorias regulaciones laborales aplicadas en América Latina desde la década de 1920 y reforzadas en las siguientes. A esto se agregaban los problemas de abastecimiento de materias primas, generados por el esquema de economía cerrada aplicado en los países latinoamericanos después de la crisis de 1929, y por las restricciones en materia de insumos empleadas en la Segunda Guerra Mundial.
El Primer Congreso Panamericano de Periodistas, se reunió en Washington DC en 1926. Al ser un periodo de entreguerras, “resultaba conveniente controlar la información”, expresa el periodista y profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, Carlos Fazio. La idea de generar esta unión se concretó hasta 1942, con “El II Congreso de Periodistas Panamericanos” en la Ciudad de México; ahí se estableció una Comisión permanente. Un año después, se creó en la Habana la Sociedad Interamericana de Periodismo.
En ese entonces el comité aún se integraba por miembros de distintas ideologías, pero en 1950 en la reunión en Nueva York, los países hegemónicos, principalmente Estados Unidos, dieron un golpe a la organización al hacer una reforma estatutaria que impidió la entrada de los países que consideraba ajenos a sus intereses.
Desde entonces, su enfoque se volvió empresarial más que social como se puede leer en sus estatutos que su propósito es: “Defender la libertad de prensa dondequiera que se impugne en las Américas; proteger los intereses de la prensa en las Américas; defender la dignidad, los derechos y las responsabilidades del periodismo; alentar normas elevadas de profesionalismo y conducta empresarial; promover el intercambio de ideas e información que contribuyan al desarrollo técnico y profesional de la prensa; alentar el conocimiento amplio y un mayor intercambio de información entre los pueblos de las Américas en apoyo a los principios básicos de una sociedad libre y de la libertad individual”.
Asimismo, la SIP es parte de la red de Intercambio Internacional por la Libertad de Expresión (IFEX), una asociación global donde se amalgaman los grupos más importantes cuya bandera es la libertad de expresión. IFEX se encuentra en constante vigilancia de los manejos periodísticos en diversas partes del mundo y sus posiciones tienden a tomarse como estandarte para su gran número de agremiados. Ésta, y otras organizaciones como Reporteros sin Fronteras, se erigen como defensoras de la libertad, las cuales son patrocinadas por monopolios mediáticos como Freedom House, que es considerado uno de los “think tanks” más importantes de EE.UU.
Un think tank es una institución investigadora u otro tipo de organización que ofrece consejos e ideas sobre asuntos de política, de comercio o militares. Es un término anglosajón muy usado, precisamente por la abundancia de estas instituciones en dicho país. Significa "depósito de ideas". En español frecuentemente se utiliza la expresión “fábrica de ideas”.
Medios alternativos a esta triada del Norte, como el diario Granma de Cuba junto con organizaciones no gubernamentales cubanas, difunden el origen de Freedom House. De acuerdo a sus reportes, “es una asociación de origen estadounidense, dirigida por el agente de la CIA de origen cubano Frank Calzón, el cual ha recibido financiamiento directo del gobierno y de las familias acaudaladas de Miami”, cuando se trata de campañas de desprestigio para el gobierno de Castro.
Los think tank se relacionan frecuentemente con laboratorios militares, empresas privadas, instituciones académicas o de otro tipo. Normalmente se trata de organizaciones en las que trabajan varios teóricos e intelectuales provenientes de diferentes disciplinas que elaboran análisis o recomendaciones políticas. Estas organizaciones trabajan ya sea bajo el estatus de institución privada o fundación sin intereses comerciales. Sin embargo, invierten grandes capitales para defender ciertas empresas. Sus reportes influyen directamente en la política, particularmente en Estados Unidos.
A esto se añade que la SIP tiene en la base de su fundación la presencia de agentes de la Central de Inteligencia Americana (CIA) como: Joshua Powers, Tom Wallace, agente del Departamento de Estado norteamericano; incluso su edificio principal en Miami lleva el nombre de Jules Dubois. Como se puede inferir, estos orígenes explican la continua descalificación sino es que ofensiva contra todo aquello que suene “comunista”, “sindicalista” o que afecte la política exterior de los EE.UU.

Un caso emblemático

Durante la Cumbre contra el terrorismo mediático, realizada en Caracas el pasado 28 de marzo, Hernán Uribe, actual presidente de la Comisión de Investigación de Atentados a Periodistas (CIAP) y miembro de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), se refirió al golpe de Estado contra Salvador Allende como ejemplo claro del binomio CIA-SIP.
De acuerdo a la ponencia, estas dos antiguas organizaciones se unen para trabajar en dos flancos: primero la SIP, a través de sus medios locales aliados, genera un ambiente de tensión, “un clima psicológico proclive al cambio institucional”; esto, mediante la desinformación, propaganda negativa, tergiversación y hasta por la mentira, aunque dicen abogar por la libertad de expresión; por su parte, la CIA orquesta las operaciones militares y paramilitares para concretar el golpe.
En el caso chileno, Hernán Uribe citó un informe del Senado estadounidense: "El tema de la libertad de prensa fue el más importante dentro de la campaña internacional contra Allende. El principal proyecto-propaganda de la CIA financió un variado surtido. Producía varias revistas de circulación nacional. Elaboraba materiales para colocarlos en la cadena `El Mercurio`, en todos los diarios de oposición; en todas las estaciones radiales controladas por los partidos de oposición, y en varios programas regulares de televisión en tres canales".

Lo anterior, revela los mecanismos bien estudiados de ambos organismos para desestabilizar gobiernos progresistas en América Latina. Curiosamente quien dirigía el periódico El Mercurio en esa época era también vicepresidente de la SIP y de la empresa transnacional más emblemática, Coca Cola.
Este caso fue neurálgico pues fue Chile también el lugar de origen de las políticas neoliberalistas más salvajes. El economista Milton Friedman, junto con otros investigadores en la Universidad de Chicago, sustentó las acciones e intervenciones de Ronald Reagan y Margaret Thatcher en Latinoamérica, pero principalmente en Chile donde otorgaron especial apoyo al golpe de Estado de Pinochet contra Allende.
Ahí se redujo el gasto social al mínimo, comenzó la privatización de empresas del Estado, hubo gran desempleo. Como consecuencia, el país entró en un apogeo económico lo cual, desde la óptica de Friedman fue un éxito, sin embargo la población chilena y el resto de los países, como México, donde posteriormente se aplicaron estas medidas, han sufrido las consecuencias. Los resultados son una mayor polarización de clases, resentimiento social, desempleo, abandono del campo y los demás rasgos visibles que enfrentan los gobiernos en la actualidad.

Un premio llamado Milton Friedman

En mayo se otorgó el Premio Milton Friedman a la Libertad Humana al joven Yon Goicoechea quien apareció en escena el 27 de mayo de 2007, cuando Radio Caracas Televisión (RCTV) no recibió la renovación de la concesión por una serie de incumplimientos legales. A partir de entonces, según relata el diario Excélsior (16/05/08), se ha convertido en el enemigo público del presidente Hugo Chávez pues ha convocado una serie de manifestaciones en contra del gobierno y sus políticas.
El egresado de derecho de la Universidad Católica Andrés Bello, recibió 500,000 dólares como parte del premio que otorga el Instituto Cato. Esta institución tiene su sede en Washington y fue fundada en 1977, de acuerdo a su página web, sus principios motores son “la libertad individual, gobierno limitado, mercados libres y paz”. Obtiene financiamiento de donaciones de corporaciones, fundaciones e individuos.
Goicoechea dice tener miedo pues asegura haber recibido amenazas de muerte. Sin embargo, ¿el poder manifestarse, recibir premios, aparecer en publicaciones internacionales y nacionales no es prueba ya de que en Venezuela hay libertad de expresión?
Paradoja número uno: los dueños del dinero quieren premiar a quien ellos consideran adalid de la Libertad Humana en el mundo.
Paradoja número dos: a este premio le ponen el nombre de Milton Friedman quien, sí ganó el premio Nobel de Economía en 1976, sí es el icono del libre mercado, pero también fue quien encabezó las políticas de goteo en Chile.

Venezuela en la mira

El 28 de marzo se llevó a cabo en Caracas el foro que se realiza cada medio año de la Sociedad Interamericana de Prensa. El tema central del foro fue una revisión de la libertad de expresión en diferentes países de Latinoamérica pero, principalmente en Venezuela, sobre todo a raíz de la no renovación de la concesión televisiva a Radio Caracas Televisión.
Para contrarrestar las observaciones de la SIP en dicho foro, Chávez convocó a la “Cumbre contra el terrorismo mediático”. En ella, periodistas de 14 países de Latinoamérica hablaron para cohesionar al periodismo sudamericano contra el terrorismo mediático orquestado por el Departamento de Estado de Estados Unidos y la Sociedad Interamericana de Prensa, según se explicó durante los debates.
Así como se creó el ALBA en contraposición con el ALCA (y los tratados de libre comercio), el Banco del Sur contra el Banco Mundial, el Unesur, etc., los asistentes de la Cumbre pretenden reunir esfuerzos para crear un organismo que pueda generar información desde una perspectiva emancipadora y para contrarrestar la propaganda estadounidense contra los gobiernos de izquierda que han surgido en la región.
Ignacio Ramonet explica, en el libro antes mencionado, cómo los grandes conglomerados mediáticos manejan la información bajo las reglas del libre mercado: la intercambian como si se tratará de partes de auto o cualquier otro producto. Es por esto que optan por difundir lo que venden: sangre, violencia y, por supuesto, imágenes en tiempo real. Pero la agenda pasa invariablemente por el filtro de los intereses económicos.
Ramonet cita a un periodista de la prensa francesa. Él refiere a la respuesta inmediata de la mayoría de la población cuando se trata de conocer un hecho internacional: buscarlo en CNN. Explica un caso en que este medio mostró su arbitrariedad: al cubrir los hechos ocurridos en Haití, lo hacían desde 6 fragatas de EE.UU. cuando ahí habían también franceses, canadienses, etcétera. “Rara vez proporcionan diversas perspectivas sobre los hechos”, asevera el también profesor de La Sorbona en París.
Surgen suspicacias cuando los adalides de la libertad de prensa, a su vez, se declaran defensores del interés empresarial. Incluso la presunta misión de la SIP se puso en duda cuando, frente a la UNESCO, defendieron a capa y espada el control de la información por la empresa privada.

Telesur: un nuevo contrapeso

Después de la incursión militar colombiana para atacar un campamento de las FARC en Ecuador el primero de marzo, todas las agencias internacionales reprodujeron la información emitida por el país agresor, principalmente por el diario El Tiempo. Arguyeron que se había tratado de una persecución en caliente, un acto de legítima defensa.
Sin embargo, al poco tiempo Telesur difundió las imágenes de los árboles quemados que eran prueba fehaciente de que el ataque se había producido desde el interior del territorio. “De no ser por esa fuente alterna de información, hubiera sido casi imposible comprobar las mentiras del gobierno colombiano”, afirma el periodista del diario La Jornada, Carlos Fazio.
El Tiempo es el principal diario de Colombia y su dirección corre a cargo de la familia Santos Calderón, desde su fundación por el ex presidente Eduardo Santos Montejo. Actualmente, Juan Manuel Santos Calderón es ministro de defensa, pero fungió como subdirector del diario. Por su parte, el vicepresidente de Colombia, Francisco Santos es el mayor accionista de dicho diario. “Son claros los intereses que hay de por medio”, reitera Fazio, quien ha participado en diversos foros bolivarianos por la libertad de expresión.
El Tiempo es integrante activo de la SIP. Durante los hechos ocurridos en Sucumbíos, se mostró el efecto de dominó mediático que se produce en la red de la SIP por las relaciones empresariales y políticas de sus miembros. De acuerdo a Fazio, “la cobertura colombiana del hecho fue profundamente oficialista y eso fue lo que se reprodujo en las demás publicaciones internacionales de la sociedad”.
El Universal mexicano, por ejemplo, siguió la información en el mismo sentido sin buscar segundas versiones de los hechos. A su vez, el diario Excélsior incluso se dio a la tarea de encabezar una campaña de desprestigio contra la UNAM, usando como pretexto a los estudiantes mexicanos que se encontraban presentes en el campamento de las FARC.
Gerardo Galarza, director adjunto de Excélsior, durante una visita a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, negó su relación con la Sociedad Interamericana de Prensa, a pesar de haber sido miembro cuando trabajó en El Universal. Hizo énfasis en que la SIP es sólo un órgano empresarial. Aunque se burló del delirio de persecución de “algunas personas que aún creen en conspiraciones”, cuando se le preguntó sobre si su diario contaba con corresponsales en esa zona, él dijo que no, que su fuente había sido El Tiempo y las agencias de noticias. Un miembro de la redacción de dicho diario, declaró que “el número de corresponsales ha mermado considerablemente desde 2006 cuando entró la nueva administración”.

La Declaración Chapultepec, ¿otro as bajo la manga?

Dentro de este continuo forcejeo por poseer la verdad, la SIP se encuentra en constante búsqueda de mecanismos que legitimen sus principios como paradigmas de la comunicación. En este caso se trata de la Declaración Chapultepec, que sí bien no es reciente es un proyecto a largo plazo para reducir las barreras legales para la prensa corporativa.
Para los miembros de la Cumbre contra el terrorismo mediático, la Declaración de Chapultepec es una herramienta jurídica para que los conglomerados puedan intervenir países sin obstáculos. La Declaración consiste en que “ninguna ley o acto de gobierno puede limitar la libertad de expresión o de prensa, sin importar el medio de que se trate”.
Este proyecto comenzó en 1994 con el financiamiento de la Fundación Robert R. McCormick Tribune. Ellos establecieron los estándares de lo que significa la libertad de prensa, sin pedir la opinión de los medios internacionales y pretenden que funja como legislación internacional incluso sobre las leyes locales. Para lograrlo, era indispensable contar con órganos judiciales y legislativos de su lado. El periodo 2002-2004 se dedicó a proporcionar herramientas de interpretación jurídica. A partir de 2005, su objetivo ha sido los grupos parlamentarios de cada país para que generen una legislación acorde con sus principios.
En la misma página del Proyecto Chapultepec se reseñó la Conferencia Regional denominada: “Fuerzas de Seguridad y Periodistas: Una Nueva Era” que se llevó a cabo el 24 y 25 de abril en República Dominicana. Se reunieron periodistas y militares de Panamá, Nicaragua, Costa Rica, Colombia, El Salvador, Honduras, México y Estados Unidos convocados por la SIP.
Salta a la vista el que puedan reunirse grupos tan disímbolos; la finalidad es “crear espacios de entrenamiento mutuo”. Según la SIP esto significa que haya una cobertura adecuada de la fuente castrense, pero ¿no implica también un entrenamiento de medios para el ejército, justo en países donde la presencia militar en actividades policiales se encuentra en aumento?
En este contexto, Ramonet se cuestiona sobre, ¿dónde queda la libertad de expresión? Se encuentra en una pugna constante entre la “libertad de expresión” y lo que es presentado como una “libertad de expresión comercial” –que intenta integrarse como un nuevo derecho humano-. “Entre la soberanía absoluta del consumidor y la voluntad de los ciudadanos garantizada por la democracia”.
Aunque un libre flujo de información suena como un escenario idóneo, mientras no exista un contrapeso real a la triada informativa que forman EE.UU., la Unión Europea y Japón, difícilmente se asistirá a una justa competencia.

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